Fuego en la cárcel de San Miguel
Por: Biblioteca Autónoma Sante Geronimo Caserio
El 8 de diciembre del 2010 se produjo el incendio más grande de la historia carcelaria de este territorio denominado Chile. El ala sur del cuarto piso de la torre 5 ardió en llamas que alcanzaron entre 700° y 900° grados Celsius, provocando una tragedia que dejó 81 personas muertas (66 presos que se encontraban encerrados en el cuarto piso sur y 15 presos que se encontraban encerrados en el cuarto piso ala norte). Todos pagando una condena judicial y social. Todos viviendo una realidad de encierro, reproduciendo una cultura carcelaria que se arrastra por siglos, sintiendo el ruido de las rejas y el cierre de los candados detrás de la mano del carcelero, todos los días. Intentando sobrevivir en un escenario marcado por el hacinamiento y las malas condiciones de higiene e infraestructura. Una selva…de cemento y fierros, donde las lógicas y prácticas sociales se exacerban.
Según el imaginario colectivo del ciudadano promedio, cada vez más arraigado, lo peor de lo peor se encuentra en la cárcel y está bien que así sea si se trata de personas que han cometido algún delito. Peor aún, hubo quiénes el día del incendio y después, no dudaron en responsabilizar a los presos de su propia muerte, luego que se supiera que el inicio del fuego se produjo por una riña entre dos bandos al interior del cuarto piso sur. Seamos clarxs, efectivamente una pelea fue el inicio de la tragedia, sin embargo, ¿quién puede tener la autoridad moral para juzgar desde afuera lo que realmente sucedió ese día al interior de la torre 5? ¿Quién puede pretender entender las dinámicas carcelarias que surgen en el día a día del encierro, los conflictos y las riñas, si jamás ha estado encerradx?
Por otra parte, que el incendio se haya producido por una riña, ¿quita algún tipo de responsabilidad a quiénes perpetúan la cárcel como una institución correctiva idónea para enfrentar los conflictos que se producen al interior de una sociedad? Al contrario, si la causa más próxima del incendio fue una riña entre presos, la causa original que lo generó fue la decisión de encerrar, primero, y luego, que ese encierro incluyera a cerca de 2000 personas en un recinto que sólo tenía capacidad para 700. Imposible diluir la responsabilidad del Estado y de la sociedad “justiciera” en una pelea de dos bandos de presos.
El libro que se recomienda, relata en detalle el incendio de aquella noche, el clima que había en la cárcel anterior a la pelea, cómo se dieron los hechos (a través de la reconstrucción que se hizo en el juicio contra los gendarmes) y permite adentrarse no sólo en la historia de algunos presos que murieron ese día, sino también en el funcionamiento tanto histórico como diario de la cárcel, y en específico, de la cárcel de San Miguel en ese entonces. Conocer a través del relato a quiénes vivieron y murieron ahí esa noche, la historia de sus familias, la incidencia que tuvieron lxs carcelerxs en la tragedia (que genera abierta contradicción debido a los esfuerzos de algunos de ellos por salvar la vida de varios presos), las reacciones de las autoridades, y en definitiva, saber cómo sucedió todo, permite comprender desde otra perspectiva la realidad carcelaria, que puede ser abordada, discutida y cuestionada desde distintas miradas de estudiosxs y expertxs, pero que al final de cuentas, siempre podrá ser criticada desde una sola postura: la imposibilidad de reconocer que una persona pueda ya sea pedir u ordenar el encierro de otrx sin ser responsable de coartar no sólo su libertad, sino también, en muchos casos, acabar con su vida. Por eso hablamos de 81 asesinados y no simplemente muertos.
Entender o reforzar la idea de que la cárcel es una de las instituciones a destruir si se pretende acabar con todo resabio de autoridad, es algo que este libro permite más allá del incendio en sí (no vaya a ser que cuando ocurran tragedias nos acordemos de esto y cuando el sistema funcione lo dejemos pasar, no). Y si bien, en ocasiones erróneamente para muchxs esta idea de “abajo las prisiones” puede parecer hasta panfletaria bajo el cuestionamiento que es imposible hoy por hoy destruir esta institución en una sociedad que pide cada vez más encierro y con un Estado cada vez más dispuesto a darlo, aun así podemos seguir afirmando la idea que en la búsqueda de la libertad, los pasos que cada guerrerx pueda dar implican un enfrentamiento con cada eslabón y/o engranaje que permite que esta realidad autoritaria se siga sosteniendo. Así lo entendió hace 9 años el compañero Mauricio Morales quién decidió de la mano de su acción atacar la Escuela de Gendarmería el 22 de mayo de 2009, quizás sin pretender con ello acabar con todo un gigantesco régimen carcelario, pero siendo consciente que su aporte anticarcelario desde el accionar anárquico era un paso más en la guerra contra toda autoridad y por la liberación total.
Así, que nuestra conciencia recoja hoy la historia de los 81 asesinados en la cárcel de San Miguel para sacarlos del olvido y para instar porque cada día la cárcel deje de ser legitimada y perpetuada, parece ir de la mano con mantener viva en nuestra memoria insurrecta la vida rebelde del punky Maury.
Materia: Carcelario
Formato: Libro
Autor: Diego Gonzalez
Editorial: Via X
Año: 2016
152 páginas